La Iglesia de la Inmaculada Concepción reunió a vecinos, cofrades y devotos de La Carlota en un acto cargado de emoción y solemnidad para dar la bienvenida a su Semana Santa. El pregón de este año, organizado por la Agrupación de Hermandades y Cofradías, estuvo a cargo de D. Pedro Bravo Pérez, presentado por D. Francisco Ávalos y acompañado por los sones de la Agrupación Musical Carlos III.
El presentador, con palabras sentidas y cercanas, ofreció una semblanza del pregonero destacando su sólida trayectoria cofrade. Desde su infancia como hermano de los Dolores en Córdoba, Pedro Bravo ha recorrido un camino de compromiso bajo las trabajaderas del Santísimo Cristo de la Clemencia, para luego asumir responsabilidades como capataz. Hoy continúa vinculado a los pasos de La Borriquita, El Nazareno y La Soledad en La Carlota, siendo un referente de entrega, fe y devoción.
Y entonces, con el recogimiento del templo colmado y la emoción en el ambiente, Pedro Bravo tomó la palabra. Lo hizo con fuerza y dulzura, con la serenidad de quien conoce el valor del silencio y la hondura de la oración.
“Hoy me asomo a este atril como quien se asoma al balcón de la memoria, como quien rebusca en el cofre de los recuerdos y encuentra intacto el perfume del incienso y la cera derramada en las calles empedradas de mi infancia.”
Desde esa primera frase, el pregón se convirtió en una sinfonía de devoción y poesía. Pedro habló de la fe como quien habla de un ser amado, con respeto y temblor. Nos condujo por los recuerdos de su niñez: el gesto sencillo de su madre al vestirlo para ver a la Virgen, la mirada callada de su padre al contemplar al Cristo de la Clemencia, la enseñanza recibida en casa sobre lo sagrado y lo esencial.
Describió la Semana Santa como el pulso de un pueblo entero, donde cada calle se convierte en pasillo de fe, donde cada saeta es un rezo que duele y cada paso, un latido compartido. Habló del costalero que carga más que un paso: carga promesas, lágrimas y nombres. Habló del capataz que no manda con voz, sino con el alma. Habló del pueblo que no observa, sino que camina, llora, reza y espera.
Pedro Bravo supo detener el tiempo cuando recordó a sus padres, ya ausentes, pero siempre presentes. Les habló entre versos y silencios. Les dedicó ese espacio sagrado del alma que solo se abre cuando el corazón no cabe en el pecho. “Si la Semana Santa es memoria, si es amor que no caduca, entonces seguid esperándome...”, dijo con la voz quebrada, dejando en el aire una emoción que alcanzó cada rincón del templo.
Y no faltó en su pregón ese grito sincero que tantos compartieron con él: que nadie venga a decir que esto es solo una procesión, que es solo madera tallada. Porque en La Carlota, cuando Cristo pisa las calles y su Madre avanza entre cirios, se hace presente el cielo en la tierra.
El acto concluyó entre aplausos y emoción contenida, con la bendición del párroco, quien evocó también el pasado compartido con ambos protagonistas en la Hermandad de los Dolores. Con sus palabras, quedó oficialmente inaugurada la Semana Santa de La Carlota y sus aldeas.
Un pregón que no solo abrió la Semana Santa, sino que también abrió el corazón de un pueblo que sigue creyendo, esperando y caminando. Porque como bien dijo el pregonero, “la pasión es eterna”