47 o 48 grados eran registros prácticamente impensables en la Península Ibérica hace décadas. Hoy empiezan a ser posibles, en breve lo más probable es que sean hechos demostrados. El techo por temperatura extrema estaba hasta hace cuatro años fijado en 46.6 °C. Lo compartían Sevilla y Córdoba desde la extraordinaria ola de calor de julio de 1994. Hasta el 13 de julio de 2017. Aquella jornada Córdoba batía su récord tras 23 años de vigencia. El observatorio de la ciudad califal alcanzaba 46.9 °C, actual máxima de la red principal de estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología. Unos 40 kilómetros al este, entre las localidades cordobesas de Montoro y Villa del Río, el termómetro de la AEMET (perteneciente a su red secundaria) registraba 47.3 °C, hasta la fecha la temperatura fiable más alta jamás registrada sobre suelo español.
Esos registros pueden saltar de nuevo por los aires. La ola de calor que anda gestándose a partir del próximo fin de semana tiene su origen sobre la vertical del Sáhara. Desde el punto de vista meteorológico el episodio que viene tiene muchas similitudes con el de hace cuatro años. Calor acumulado en el norte africano y una baja en altura poco profunda en el entorno de las Canarias, la cuál impulsará hasta la Península Ibérica la masa de aire sahariana. O lo que es lo mismo: una advección cálida de libro, de las de toda la vida.
La particularidad del episodio de 2017 y del que ahora nos va a afectar se encuentra en altura, a unos 1.500 metros de altitud. La media de escenarios de los diferentes modelos meteorológicos dibuja una masa de aire de unos 28 a 32 grados a esa altura abarcando total o parcialmente la mitad sur peninsular. Para que se entienda, estas temperaturas a dicha altitud representan una anomalía positiva de entre 10 a 12 grados respecto a lo normal en esta época del año. Algo que en superficie implicaría unas temperaturas de entre 42 a 46 grados. Si a esto le añadimos las particularidades orográficas de áreas de grandes valles y hondonadas, algunas previsiones plantean máximas superiores a los 47 grados.
El episodio por calor extremo comenzará la jornada del sábado 10 de julio y llegará al menos hasta el lunes 12. La masa de aire cálido abrazará toda la mitad sur peninsular, alcanzando hasta el sur de Castilla y León, Madrid, el sur de Aragón y la mayor parte del interior de la Comunidad Valenciana. Lo más crudo sin embargo se vivirá en el valle del Guadalquivir, donde además de poder prolongarse durante más tiempo, las temperaturas diurnas alcanzarán los valores más extremos.
Los diferentes modelos sin embargo aún no aciertan a definir un episodio que podría ser del todo histórico, en el que se batan numerosas efemérides por calor, entre ellas las de la máxima histórica peninsular. Todo dependerá en buena medida del juego entre masas de aire que se dé al norte de la Península. Que la advección de aire cálido tenga o no mayor intensidad, mayor extensión y dure más tiempo. Lo que sí parece asegurado es que lo peor del episodio se dará entra las jornadas del domingo 11 y el lunes 12. Para entonces las horquillas de temperatura máxima que dibujan los principales modelos meteorológicos oscilan entre los 44 y los 48 grados en la mayor parte del valle del Guadalquivir, con Sevilla y Córdoba como "zona cero" de un episodio donde el juego de vientos y brisas diurnas tendrá mucho que decir.
El calor diurno tendrá además en las noches un particular aliado. Las temperaturas no bajarían de los 23 o 24 grados a primeras horas de la mañana, sin descartar que algunos puntos superen los 25 o 26 grados de mínima entre las jornadas del domingo y el lunes. Noches sin descanso las que se esperan en numerosas localidades del sur peninsular, donde las temperaturas se mantendrían muy elevadas, cercanas aún a los 35 grados rondando la medianoche.