La cuna del Ku-Klux Klan reconoció la enmienda en 1995, pero nunca lo notificó oficialmente por lo que aquella ratificación no fue válida.
Los negreros franceses fueron los primeros en introducir la esclavitud en Mississippi hacia 1722
Los primeros esclavos llegaron a las colonias europeas de EEUU en 1619. En puerto de Jamestown, en Virginia, desembarcaron 19 hombres, todos ellos de raza negra, que eran parte del botín que un barco holandés había obtenido del asalto de un navío español. A partir de ahí hasta su cénit en 1760, cuando se contaron hasta 189.000 esclavos.
Más de medio millón de personas vivió bajo el yugo de la esclavitud hasta que en enero de 1865 el Congreso estadounidense certificó la decimotercera enmienda de la Constitución, que afirma que “ni en los Estados Unidos ni en ningún lugar sujeto a su jurisdicción habrá esclavitud ni trabajo forzado, excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto”.
Poco a poco, todos los estados fueron ratificando progresivamente la abolición de la esclavitud. Todos excepto uno, Mississippi. Aunque todos creían que el que varios estudios –entre ellos uno de la universidad de Harvard– consideran el territorio más racista de EEUU había certificado la enmienda en 1995, un error administrativo convirtió aquella ratificación en inválida.
Al parecer, el estado nunca lo notificó oficialmente al Archivo Nacional de los Estados Unidos, con lo que la ratificación no es oficial. Ahora, con el estreno de la película ‘Lincoln’, que rememora la introducción de la decimotercera enmienda, una iniciativa popular ha vuelto a llevar el fin de la esclavitud al parlamento estatal que, por fin, la ratificó el pasado 7 de febrero.
El racismo del sur
Las diferencias raciales aún son un grave problema que provoca numerosas tensiones e incluso brotes de violencia en Estados Unidos, sobre todo en el sur del país. Un estudio elaborado por la Universidad de Harvard, publicado por el 'New York Times', coloca a Mississippi, junto a Alabama, Georgia, Lousiana y Tennessee como los estados más racistas del país.
De hecho, casi la mitad de los ciudadanos de raza blanca del estado de Mississippi piensan que los matrimonios interraciales deberían ser ilegales. Además, durante la pasada jornada electoral del 6 de noviembre de 2012, la mayor parte de los insultos racistas vertidos en Twitter provenía de usuarios registrados en Mississippi y Alabama.
Misisipi abolió la esclavitud... ¡150 años después!
Mississippi le debe mucho al cine en su lucha contra el racismo y la esclavitud. Aquella cinta de Alan Parker de 1988, protagonizada por Willem Dafoe y Gene Hackman, 'Arde Mississippi', abrió los ojos al mundo de lo que vivió la población negra durante los años de apogeo del Ku Klux Clan y ahora, a través de otro largometraje, se ha corregido un error histórico para prohibir la esclavitud de forma oficial.
Según narran los diarios locales del estado sureño, fue un profesor de neurobiología indio, Ranjan Batra, quien quiso indagar sobre la vigencia de la esclavitud en el estado tras ver 'Lincoln', de Steven Spielberg. Así fue cómo descubrió que la ratificación de la decimotercera enmienda de la constitución norteamericana nunca fue registrada en el archivo correspondiente, lo que legalmente creaba una especie de vacío legal sobre la esclavitud en el estado.
Batra encontró los papeles sobre el proceso de votación política en 1995 junto a la explicación con un asterisco de por qué no se había oficializado, aunque Ken Sullivan, un colega de la universidad, fue más allá al atar todos los cabos y contactar a las autoridades estatales.
"Me sentí muy conectado con la historia", dijo Sullivan tras ver la cinta de Spielberg, nominada a 12 Oscar. El residente en Jackson dio con la copia de la resolución senatorial de 1995 para que el secretario de estado, Delbert Hosemann, lo ratificara y registrara de forma oficial, un siglo y medio después de que se redactara esa abolición de la esclavitud en la Constitución de Estados Unidos.
Curiosamente era el último estado de la unión que faltaba por firmar semejante enmienda, toda una ironía en un lugar con semejante carga de segregación racial. Por fin han logrado eliminar cualquier margen de duda.
A veces en la historia es más importante lo que casi pasó que lo que realmente ocurrió. Y quizás lo más asombroso de estas increíbles historias de héroes tan lejos del glamour de las historietas sean las sincronicidades que las rodean.
Les voy a contar cómo hace 32 años, un hombre del que la mayor parte del mundo jamás ha oído hablar se convertiría en el héroe más grande de todos los tiempos, por haber salvado “literalmente” al mundo de un Apocalipsis atómico.
Corría el año 1983, plena guerra fría, pero tan caliente como no lo había estado desde la crisis de los misiles en Cuba. El 23 de marzo, el Presidente Reagan lanzó “Star Wars – Guerra de las Galaxias”, llamando literalmente a Rusia “El Imperio del Mal”.
Y contaba con un importantísimo aliado igualmente decidido en terminar con el comunismo, Juan Pablo II. Los planetas parecían alineados para acabar con la Unión Soviética, y los soviéticos se lo tomaron muy en serio.
EEUU y la OTAN planeaban colocar misiles en Alemania Occidental y organizaban un ejercicio militar en Europa, entre otras cosas…
Pero los líderes de URSS eran de la generación de la Segunda Guerra y recordaban perfectamente cómo, con el pretexto de un ejercicio, Hitler había engañado a Stalin y lanzado la Operación Barbarroja.
Permitir que se repitiera era inadmisible.
Asumieron que lo del ejercicio era una tapadera para una invasión real, y tomaron su decisión. Disparar todo su arsenal al recibir la primera indicación de un ataque nuclear.
La tensión era Máxima. A punto tal que el 1° de septiembre de 1983, un avión de línea surcoreano entró por error en el espacio aéreo soviético y no dudaron en derribarlo sin aviso matando a 269 personas, incluido un senador y varios ciudadanos americanos.
Esta historia no pudo haber llegado en peor momento.
La noche del 25 de septiembre de 1983, un Coronel de 44 años de la sección de inteligencia militar de los servicios secretos de la Unión Soviética llegaba a su puesto de mando en el Centro de Alerta Temprana de la inteligencia militar, desde donde coordinaba la defensa aeroespacial rusa.
Sin embargo, ésa debería haber sido su noche libre. Fue convocado a último momento porque quien debía estar había dado parte de enfermo…
Su trabajo consistía en analizar y verificar todos los datos de los satélites sobre un posible ataque nuclear americano. Contaba para ello con un Protocolo sencillo y claro. Tan claro y tan sencillo que había redactado él mismo…
Después de las verificaciones correspondientes, debía alertar a su superior, quien de inmediato iniciaría el contraataque con armamento nuclear masivo sobre los Estados Unidos y sus aliados.
Poco después de la media noche, exactamente a las 12:14 del 26 de septiembre del ‘83, todos los sistemas de alerta saltaron; las sirenas sonaron y las pantallas de las computadoras mostraban: “ATAQUE DE MISIL NUCLEAR INMINENTE”.
Un misil había sido lanzado desde una de las bases de los Estados Unidos.
Pidió mantener la calma y que cada uno hiciera su trabajo. Y él hizo el suyo.
Verificó todos los datos y pidió confirmación de visión aérea, los únicos que no pudieron confirmar dadas las condiciones climáticas.
A pesar de las confirmaciones, concluyó que tenía que haber ocurrido un error. No era lógico que EEUU lanzara UN SOLO MISIL si estuviera atacando a la Unión Soviética.
Y desestimó la advertencia como una falsa alarma.
Pero poco después, el sistema indicó UN SEGUNDO MISIL. Y después UN TERCERO.
Preso de una fuerte descarga de adrenalina, desde el segundo piso del bunker podía ver, en la sala de operaciones, el gran mapa electrónico de Estados Unidos con la base militar en la costa Este, desde donde habían sido lanzados los misiles nucleares, parpadeando.
En ese momento el sistema indicó otro ataque. UN CUARTO MISIL NUCLAR, e inmediatamente UN QUINTO.
En menos de 5 minutos, 5 misiles nucleares habían sido lanzados desde bases americanas contra URSS. El tiempo de vuelo de un misil intercontinental balístico desde los EEUU era de 20 minutos.
La actividad era frenética. Mientras él analizaba…
Después de detectar el objetivo, el sistema de alerta temprana lo hacía pasar por 29 niveles de seguridad que debían confirmar, lo hizo sospechar lo contundentemente que pasaban las alertas los niveles de seguridad.
Sabía que el sistema podía tener algún mal funcionamiento. Pero, podría todo el sistema haberse equivocado, 5 veces? ¿O estaba frente a Armagedón?
El principio básico de la estrategia de la Guerra Fría habría sido un lanzamiento nuclear masivo, una fuerza abrumadora y simultánea de cientos de misiles, no 5 misiles de a uno. Tenía que ser un error…
¿Pero si no lo era? ¿Si era una inteligente estrategia americana? El holocausto tan temido estaría sucediendo y él no haría nada?
Tenía cinco misiles nucleares balísticos intercontinentales en dirección a URSS y sólo 10 minutos para tomar la decisión “de qué informar” a la dirección soviética… Siendo perfectamente consciente que si informaba lo que todos los sistemas confirmaban, desencadenaría la Tercera Guerra Mundial.
Los 120 oficiales e ingenieros militares, con sus ojos fijos en él, esperaban su decisión.
Nunca antes en la historia, ni después, la suerte del mundo había estado en manos de un solo hombre como en esos 10 minutos. El futuro del mundo, o no, pendía de su decisión, mientras él luchaba entre si debía o no hacer accionar el “botón rojo’’.
Pensó: los americanos aún no tienen el sistema de defensa misilístico y saben que un ataque nuclear contra URSS equivale a la aniquilación inmediata de su propia población. Y aunque desconfiaba de ellos, sabía que no eran suicidas. Se dijo: “Ese gran imbécil no ha nacido todavía ni siquiera en los EEUU.”
Sabiendo que si estaba equivocado una explosión 250 veces mayor a la de Hiroshima ocurriría sobre ellos pocos minutos después sin que pudieran hacer nada, fue capaz de mantener la cabeza fría, de tener el coraje de escuchar a su instinto y de ajustarse a la conclusión lógica que le indicaba el SENTIDO COMUN.
Y decidió reportar un mal funcionamiento del sistema.
Paralizados y sudando a mares, él y los 120 hombres a su cargo contaban los minutos que faltaban para que los misiles alcanzaran Moscú…
Cuando DE GOLPE, segundos antes, las sirenas dejaron de sonar y las luces de advertencia se apagaron.
Había tomado la decisión correcta. Y salvado al mundo de un cataclismo nuclear.
Sus camaradas, empapados de sudor, se lanzaron sobre él abrazándolo y lo proclamaron un héroe.
Él se desplomó en su sillón y bebió más de medio litro de vodka sin respirar. Al terminar esa noche durmió 28 horas seguidas.
Cuando regresó al trabajo, sus camaradas le regalaron un televisor portátil de fabricación rusa para agradecerle. Todos estaban vivos gracias a la decisión que él había tomado.
Al enterarse de lo ocurrido, su superior le dijo que sería condecorado por haber evitado la catástrofe y que propondría crear un día en su honor.
Pero no fue así.
Rusia no podía permitirse que EEUU y el pueblo ruso se enteraran de lo sucedido.
Fue reprendido por no haber cumplido el protocolo. Se lo transfirió a un puesto de menor jerarquía. Y poco después se le dio la jubilación anticipada.
Vivió el resto de su vida en un modestísimo 2 ambientes en los suburbios de Moscú, sobreviviendo con una mísera pensión de 200 U$S por mes, en absoluta soledad y anonimato.
Hasta que en 1998, su comandante en jefe, Yury Votintsev, presente aquella noche, reveló lo ocurrido, el llamado “Incidente del Equinoccio de Otoño” causado por una rarísima conjunción astronómica, en un libro de memorias, que por casualidad llegó a Douglas Mattern, Presidente de la Organización Internacional de Paz, “Asociación de Ciudadanos del Mundo”.
Y después de verificar tan alucinante historia, salió en persona en busca de ese héroe anónimo al que todos le debíamos estar AÚN en este mundo, para hacerle entrega del “Premio Ciudadanos del Mundo”.
La única pista sobre dónde encontrarlo la recibió de un periodista ruso, que le advirtió que tendría que ir sin hacer una cita porque su teléfono no funcionaba, y su timbre tampoco.
Encontrar su rastro en una fila enorme de complejos conventillos grises a 50 kilómetros de Moscú no le resulto fácil.
Uno de los vecinos a quien le preguntó le dijo: “Usted debe estar loco. Si un hombre que ignoró una advertencia de un ataque nuclear estadounidense realmente hubiera existido, habría sido ejecutado. En esa época no había tal cosa como una falsa alarma en la Unión Soviética. El sistema nunca se equivocaba. Sólo el pueblo”.
Finalmente lo encontró en el segundo piso de uno de los edificios. Sin afeitar y desalineado, asomó la cabeza. “Sí, soy yo, pase.”
“Sentí que me encontraba con Jesús cuando él abrió la puerta”, dijo Douglas Mattern.
“Sin embargo, él estaba viviendo como una persona de la calle. Cojeando, con sus pies hinchados, sin poder caminar mucho y constándole ponerse de pie, me dijo que sólo salía para conseguir provisiones”.
Además de relatarle la historia más o menos como se las acabo de contar, este hombre le diría: “No me considero un héroe; sólo un oficial que a conciencia cumplió con su deber en un momento de gran peligro para la humanidad’’. “Sólo fui la persona correcta, en el lugar y momento indicado”.
“En un mundo tan lleno de vanidosos que “pretenden” salvar algo cuando en realidad lo único que hacen es daño a los demás y al planeta. En un mundo tan lleno de miserias, mezquindades, egos, avaricia y ambiciones; la humildad de este hombre y su indiferencia por la fama y la importancia, estremece profundamente”, dijo Mattern.
Después de conocerse este hecho, expertos de EEUU y Rusia calcularon cuál habría sido el alcance de la devastación según el arsenal con el que contaban y habrían lanzado en ese momento.
Y llegaron a la friolera de que entre 3 y 4 MIL MILLONES de personas, directa e indirectamente, fueron salvadas por la decisión que ese hombre tomó esa noche.
“La faz de la tierra se hubiera desfigurado y el mundo como lo conocemos, acabado”, dijo uno de los expertos.
Recibió:
• El Premio Ciudadano del Mundo el 21 de mayo 2004.
• El Senado australiano lo premió el 23 de junio 2004.
• Fue honrado en las Naciones Unidas el 19 de enero 2006. Dijo que fue su “día más feliz en muchos años.”
• En Alemania, en 2011, el dieron el Premio Alemán de Medios, que reconoce a personas que han hecho contribuciones significativas a la Paz Mundial, por haber evitado una potencial guerra nuclear.
• Fue Premiado en Baden Baden el 24 de febrero del 2012.
• Galardonado con el Dresden Preis en 2013.
• Y Kevin Coster realizó el documental “El Botón Rojo” en su honor.
Hoy en día continúa viviendo en su pequeño departamento de las afueras de Moscú, con su pequeña pensión de 200 u$s al mes, en relativo anonimato. Les dio la mayor parte del dinero de los premios a sus familiares y guardó un poco para comprarse una aspiradora con la que había soñado, y resultó defectuosa.
Cuando me enteré de esta historia, lo primero que pensé fue si, cuando sus vecinos o alguien lo destrata al mirarlos, alguna vez pensó que esa persona, su familia, descendencia y amigos están ahí gracias a él…
Si cuando ve las noticias y todo lo que pasa en el mundo, alguna vez se dijo que todo eso pasa por la decisión que él tomo en esos 10 minutos…
Si cuando mira el sol salir o ponerse, alguna vez piensa que tanta gente también lo puede hacer gracias a él…
Y me pregunto cuánto Darma puede ganar un alma humana que salvó miles de millones de seres humanos, plantas y animales; a un planeta…
Ese viejito que vive en un mísero 2 ambientes en los suburbios de Moscú con unos míseros 200 u$s mensuales SALVÓ AL MUNDO, Y NADIE LO SABE.
¿Cómo es posible que después de 32 años tan poca gente en el mundo sepa de él?
Me resulta inconcebiblemente y muy injusto.
Por eso. En este nuevo aniversario de la decisión de sentido común que salvó al mundo, sólo quería que conozcan al Hombre que la tomó.
El Teniente Coronel “Stanislaw Petrof”.